domingo, 6 de febrero de 2011

Amé su cuerpo entonces (Oto Raúl Gonzalez)


Amé su cuerpo entonces y su alma.
Su piel fue para mí la tierra firme;
la soñé como un sexto continente
no registrado en mapas todavía.

Soñé con la bahía de su boca.


Su pelo era una selva virgen
que abría su misterio mineral y oscuro.
Soñé con las ciudades de sus pechos.



Los ríos de las venas que afloran en su piel
eran rutas abiertas
a la navegación y al gozo.



Se podía viajar en su mirada.


En las blancas llanuras de sus manos
yo cultivé el maíz y buenas relaciones.

Después no pude estar sino en su cercanía.

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